Comentario
Capítulo 23
De la manera que hazían los casamientos estos naturales
Aquí se trata de la manera que se hazían los casamientos en estas partes. Los padres de algún mancebo, cuando ya le vían que era idóneo para casarse, juntavan a todos los parientes. Estando juntos, dezía el padre del mancebo: "Este pobre de nuestro hijo ya es tiempo que le busquemos su muger, porque no haga alguna travesura, porque por ventura no se rebuelva por ahí con alguna muger, que ya es hombre". Dicho esto, llamavan al moço delante de todos y dezía el padre: "Hijo mío, aquí estás en presencia de tus parientes. Havemos hablado sobre ti, porque tenemos cuidado de ti, pobrezito. Ya eres hombre. Parécenos que será bien buscarte muger con quien te cases. Pide licencia a tu maestro para apartarte de tus amigos, los mancebos con quien te has criado. Oyan esto los que tienen cargo de vosotros, que se llaman telpuchtatoque". Oído esto, el mancebo respondía: "Tengo en gran merced y beneficio esso que se me ha dicho. Havéis hecho conmigo misericordia en haver tenido cuidado de mí. Dado os havré pena y fatiga. Hágase lo que dezís, porque también lo quiere assí mi coraçón. Ya es tiempo que yo comience a experimentar los trabajos y los peligros de este mundo. Pues ¿qué tengo de hazer?"
Hecho esto, luego aparejavan de comer, haziendo tamales y moliendo cacao y haziendo sus guisadas que se llaman molli. Y luego compravan una hacha con que cortan leña y maderos; luego embiavan a llamar a los maestros de los mancebos, que se llamavan telpuchtlatoque, y dávanles a comer, y davan las cañas de humo. Acabado de comer, sentávanse los viejos parientes del mancebo y los del barrio, y ponían delante de todos la hacha de que los mancebos usan estando en el poder de sus maestros; luego començavan a hablar. Uno de los parientes del mancebo dezía: "Aquí estáis presentes, señores y maestros de los mancebos. No rescibáis pena porque vuestro hermano N, nuestro hijo, se quiere apartar de vuestra compañía. Ya quiere tomar muger. Aquí está esta hacha; es señal de cómo se aparta ya de vuestra compañía, según es la costumbre de los mexicanos. Tomalda y dexad a nuestro hijo". Entonces respondía el maestro de los mancebos, llamado telpuchtlato, diziendo: "Aquí hemos oído todos nosotros, yo y los mancebos con quien se ha criado vuestro hijo algunos días, cómo havéis determinado de casarle, y de aquí adelante se aparta de ellos para siempre. Hágase como mandáis". Luego tomavan la hachuela y se ivan y dexavan al moço en casa de su padre.
Hecho esto, juntávanse los parientes del moço, viejos y viejas, y conferían entre sí cuál moça le vendría bien. Y haviendo determinado cuál moça le havían de demandar, aquellas matronas viejas que tenían por oficio de entrevenir en los casamientos, haviéndolas rogado los parientes del moço que fuessen a hablar de su parte a la que tenían señalada y a sus parientes, luego otro día de mañana ivan a la casa de la moça y hablavan a los parientes de la moça para que diessen su hija a aquel moço. Esto hazían con mucha retórica y con mucha parola.
Haviendo oído los parientes de la moça la mensajería de las viejas, respondían escusándose, como haziéndose de rogar, que la moça aún no era para casar ni era digna de tal mancebo. En esto passavan pláticas de mucha roncería. Acabada su plática los de la parte de la moça con las viejas, despedíanse diziendo que vendrían otro día, que mirassen despacio lo que les cumplía. Y ansí, el día siguiente ivan muy de mañana a la casa de la moça y hazían sus pláticas cerca del negocio, y también los despedían con roncerías de los padres de la moça; y como se ivan las viejas, dezían los parientes de la moça que vendrían otra vez. Al cuarto día bolvían las viejas a oír la respuesta y determinación de los padres de la moça, los cuales hablavan de esta manera: "Señoras nuestras, esta muzuela os da fatiga en que la buscáis con tanta importunación para muger de ese mancebo que havéis dicho. No sabemos cómo se engaña esse moço que la demanda, porque ella no es para nada y es una bobilla, pero, pues, que con tanta importunación habláis en este negocio, es necessario que, pues que la muchacha tiene tíos y tías, y parientes y parientas, será bien que todos junctos vean lo que les parece. Veamos lo que dirán, y también será bien que la muchacha entienda esto. Y ansí veníos mañana y llevaréis la determinación y conclusión de este negocio". El día siguiente, después de haverse ido las viejas, juntarse los parientes de la moça y háblanse sobre el negocio sossegada y pacíficamente. Y los padres de la moça, después de haver concluido el negocio entre todos, dizen: "Está bien, pues conclúyesse que el moço será muy contento de oír lo que se ha determinado. Será contento de casarse con ella, aunque sufra pobreza y trabajo, que parece que está aficionado a esta muchacha, aunque no sabe aún hazer nada, ni es esperta en su oficio mugeril". Y luego, después de esto, los padres de la moça hablan a los padres del moço, diziéndoles: "Señores, dios os dé mucho descanso. El negocio está concluido. Conciértesse el día cuando se han de juntar". Después de apartados los unos de los otros, los parientes ancianos del moço preguntavan a los adivinos que señalassen un día bien afortunado para el negocio, y los adivinos les señalavan uno de los días prósperos para el negocio. Dezían que cuando reinava el carácter que se llama ácatl, o el otro que se llama oçomatli, o el otro que se llama cipactli, o el otro que se llama cuauhtli, o el otro que se llama calli, cualquier de éstos era bien acondicionado para este negocio.
Después de esto, luego començavan aparejar las cosas necessarias para el día de la boda, que se havía de hazer en algún signo de los arriba dichos. Aparejávanse las ollas para cocer el maíz y el cacao mullido, que llaman cacaoapinolli, las flores que eran menester, las cañas de humo que se llaman yetlalli, y los platos que se llaman molcáxitl, y los vasos que se llaman çoquitecómatl, y los chiquihuites. Començavan a moler el maíz y ponerlo en los apaztles o librillos; luego hazían tamales toda la noche y todo el día por espacio de dos o tres días. No durmían de noche, sino muy poco, trabajando en lo arriba dicho.
El día antes de la boda combidavan primero la gente honrada y noble, y después a la otra gente, como eran los maestros de los mancebos y a los mancebos de quien tenían cargo, y luego a los parientes del nobio y de la nobia. El día de la boda, de mañana, entravan los combidados en la casa de los que se casavan. Primeramente entravan los maestros de los mancebos con su gente, y bevían solamente cacao y no vino; y todos los viejos y viejas entravan a comer al mediodía. Entonce havía gran número de gente que comían, y servían dando comida y flores y cañas de perfumes. Muchas de las mugeres llevavan mantas y las ofrecían; otras que eran más pobres ofrecían el maíz. Todo esto ofrecían delante del fuego, y los viejos y las viejas bevían uctli o pulcre, y bevían en unos vasos pequeños, templadamente. Algunos bevían tres, otros cuatro, otros cinco de aquellos vasos, y de allí no pasavan los viejos y viejas con tanto como éstos se emborrachavan; y este vino era adobado.
Y a la tarde de este día bañavan a la nobia y lavávanla los cabellos, y componíanla los braços y las piernas con pluma colorada, y poníanla en los rostros margaxita pegada. A las que eran más muchachas poníanlas unos polvos amarillos que se llaman tecoçáhuitl. Y después de compuesta de esta manera, poníanla cerca del hogar en un petate como estrado, y allí le ivan a saludar todos los viejos del parte del moço; dezían de esta manera: "Hija mía, que estás aquí, por vos son honrados los viejos y las viejas y vuestros parientes. Ya sois del número de las mugeres ancianas, y ya havéis dexado de ser moça y començáis a ser vieja. Agora dexad ya las mocedades y niñerías. No havéis de ser desde aquí adelante como niña o como muzuela. Conviene que habléis y saludéis a cada uno como conviene. Havéis de levantaros de noche y varrer la casa y poner fuego antes que amanezca; os havéis de levantar cada día. Mira, hija, que no avergüencéis, que no deshonréis a los que somos vuestros padres y madres. Vuestros abuelos, que ya son defunctos, no os han de venir a dezir lo que os cumple, porque ya son defunctos; nosotros lo dezimos en su nombre. Mira, pobrezita, que te esfuerces. Ya te has de apartar de tu padre y madre. Mira que no se incline tu coraçón más a ellos; no has más de estar con tu padre ni con tu madre; ya los has de dexar del todo. Hija nuestra, desseamos que seas bienaventurada y próspera". Oído esto, la nobia respondía con lágrimas diziendo al que la havía hablado: "Señor mío, persona de estima, havéisme hecho merced todos los que havéis venido. Ha hecho vuestro coraçón benignidad por mi causa; havéis rescebido pena y trabajo por honrarme. Las palabras que se me han dicho téngolas por cosa preciosa y de mucha estima; havéis hecho como verdaderos padres y madres en hablarme y avisarme. Agradezco mucho el bien que se me ha hecho".
Cuando ya era a la puesta del sol, venían los parientes del moço a llevar a su nuera, muchas viejas honradas y matronas. Y entrando en la casa donde estava la nobia, dezían luego: "Por ventura os seremos causa de temor con nuestro tropel; y es que venimos por nuestra hija, queremos que se vaya con nosotros". Y luego se levantavan todos los parientes de la moza, y una matrona, que para esto iva aparejada, aparejava una manta que se llama tliquémitl, tornándola por las esquinas y tendíala en el suelo, y sobre ella se ponía de rodillas la nobia. Luego la tomavan a cuestas, y luego encendían hachones de teas, que para esto estavan apeyados; y ésta era la señal que ya la llevavan a casa de su marido. Ivan todos ordenados en dos rencles, como cuando van en processión, acompañándola, pero los parientes de la moça ivan en torno de ella en tropel, y todos llevavan los ojos puestos en ella. Y los que estavan a la mira por las calles dezían a sus hijas: "¡Oh, bienaventurada moza! Mírala, mírala cual va. Bien parece que ha sido obediente a sus padres y ha tomado sus consejos. Tú nunca tomas los consejos y palabras que se te dizen; todas las entiendes al revés y no las pones por obra. Esta moza que agora se casa con esta honra bien parece que es bien criada y bien doctrinada, y tomó bien los consejos y doctrinas de sus padres y madres. Honrando a sus padres, no los desobedeció, mas antes los ha honrado como parece agora".
Haviendo llegado la nobia a la casa del nobio, luego ponían a los dos junto al hogar; la muger a la mano izquierda del varón, y el varón a la mano derecha de la muger. Y la suegra de la nobia luego salía para dar dones a su nuera: vestíala un uipilli y poníala a los pies un cueitl, todo muy labrado. Y la suegra del nobio luego dava también dones a su yerno: cubríale una manta anudada sobre el hombro y poníale un maxtli junto a sus pies. Hecho esto, las casamenteras atavan la manta del nobio con el uipilli de la nobia, y la suegra de la nobia iva y lavava la boca a su nuera, y ponía tamales en un plato de madera junto a ella, y también un plato con mulli, que se llama tlatonilli. Luego dava a comer a la nobia cuatro bocados, los primeros que comían; después dava otros cuatro al nobio, y luego a ambos juntos los metían en una cámara, y las casamenteras los echavan en la cama y cerravan las puertas y dexávanlos ambos solos. Salíanse todos de la cámara, y las viejas casamenteras que se llaman titici -que eran como ministras del matrimonio- estávanlos guardando a la puerta, y allí bevían. No se ivan a sus casas; toda la noche estavan allí. Haviendo hecho esto cuatro días arreo, hazían una cerimonia, y era que la estera sobre que havían dormido, que se llama pétatl, la sacavan al medio del patio y allí la sacudían con cierta cerimonia, y después tornavan a poner la estera adonde havían de dormir.
En este tiempo comían y bevían dentro de casa los parientes de la nobia con los parientes del nobio, y allí se tratavan todos como cuñados y afines, y como tales se hablavan. Después de esto ívanse todos a sus casas muy contentos. Y las viejas parientes del nobio hablavan a la nobia, diziendo de esta manera: "Hija mía, vuestras madres, que aquí estamos, y vuestros padres os quieren consolar. Esforçaos hija, no os aflijáis por la carga del casamiento que tomáis a cuestas, y aunque es pesada, con la ayuda de nuestro señor la llevaréis. Rogalde que os ayude. Placerá a nuestro señor que viváis muchos días y subáis por la cuesta arriba de los trabajos; por ventura llegaréis a la cumbre de ellos sin ningún impedimento ni fatiga que os embíe nuestro señor. No sabemos lo que nuestro señor tendrá por bien de hazer; esperad en él. Veis aquí cinco mantas que os da vuestro marido para que con ellas tratéis en el mercado, y con ellas compréis el chilli y la sal, y las teas y la leña, con que havéis de guisar la comida; esto es la costumbre que dexaron los viejos y viejas. Trabajad, hija, y hazed vuestro oficio mugeril sola; ninguno os ha de ayudar. Ya nos vamos; sed bienaventurada y próspera como desseamos".
Después de esto, la suegra del rezién casado hablava de esta manera: "Aquí estáis, hijo mío, que sois nuestro tigre y nuestra águila, y nuestra pluma rica y nuestra piedra preciosa. Ya sois nuestro hijo muy tiernamente amado. Entended, hijo, que ya sois hombre y hombre casado, y hombre que tiene por su muger nuestra hija. No os parezca esto cosa de burla. Mirad que ya es otro mundo en donde agora estáis; ya estáis en vuestra libertad. Otra manera de vivir havéis tomado de la que havéis tenido hasta agora. Mirad que seáis hombre y que no tengáis coraçón de niño. No os convie[ne] de aquí adelante andar en los vicios que andan los mancebos, como es los amancebamientos y burlerías de moços y chocarrerías, porque ya sois del estado de los casados, que es tlapaliui. Començad de trabajar en llevar cargas a cuestas por los caminos, como es chilli y sal y salitre y peces, andando de pueblo en pueblo. Enseñaos a los trabajos y fatigas que havéis de sentir en el coraçón y en el cuerpo, dormiendo a los rincones en las casas agenas, en las portadas de las casas donde no conocéis. Hazeos a los trabajos de pasar los arroyos y de subir las cuestas y de pasar los páramos; hazeos a los trabajos de pasar grandes soles y grandes fríos, do havréis menester de templar el calor del sol con el aventadero de pluma que havéis de llevar en la mano; hazeos a los trabajos de comer pan seco con maíz tostado. No penséis, hijo, que de aquí adelante havéis de vivir en regalos y en delicadeces, porque havéis con vuestro sudor de ganar la comida. A nadie se le viene a casa lo que ha de comer y bever; a nadie se le caye delante lo que han menester. No se junta la hazienda sin trabajo; es menester trabajar con todas las fuerças para alcançar la misericordia de dios. No hay otra cosa que os dezir; queda en buena hora".